Mini Candy Bar

domingo, 10 de julio de 2011

Terrones Nocturnos

TANTOS AÑOS DE MACHISMO...

Hace un rato, después de ver por enésima vez un capítulo cualquiera de la serie " Sex and the city", no he podido recordar aquellas veces que salíamos las tres. No es que nos pareciéramos en nada  a las protagonistas, ni físicamente, ni en los trabajos, ni en los amores... ! ni siquiera en los zapatos!. Pero nos lo pasábamos igual o mejor que  ellas.


Quedábamos muchas veces para desayunar. De hecho, siempre hablábamos de un "desayuno de Sexo en Nueva York", era el la gracia de la mañana. Shelly, siempre impecable, llegaba después de dejar a sus dos hijos en el cole, de medio hacer la compra y de no se que cuantas cosas más. Al rato, con una maravillosa sonrisa en la cara entraba Becky. Siempre nos tenía algo que contar, y siempre nos hacía reir.

Esos momentos los teníamos dominados. llegábamos, tomábamos uno o más cafés y nos íbamos. No eran desayunos frecuentes, y por eso eran muy disfrutados. De hecho, eran tan poco frecuentes, que yo tenía que hacerlos coincidir con alguna cita médica estratégicamente concertada, para poder faltar al trabajo durante un rato. Eran fantásticos.



Sin embargo, los vinos al anochecer eran bastante más a menudo. Tuvimos la suerte de que nuestros maridos también congeniaran y quedábamos los seis casi todas las semanas. También eran veladas encantadoras.

Pero la gracia fue la vez que mezclamos y nos confundimos. Mezclamos los dos ingredientes: La noche, y solo las chicas. No recuerdo muy bien la razón, pero salimos solas. Para acompañar la cena pedimos un vino que estaba fantástico, seguidamente los postres y los cafés. ¡Qué rico estaba todo!



Al terminar decidimos que tomaríamos una copa en algún pub de la zona, y después de pasar al servicio, de una en una y por riguroso orden, nos fuimos.
Si, sin más nos fuimos. No se nos ocurrió a ninguna de las tres, que después de cenar en un restaurante, había que pedir la cuenta y abonar las viandas que habíamos comido. Esa parte siempre la llevaban a cabo los maridos! ¡Qué bochorno, y eso que fuimos nosotras las que de motu propio volvimos a entrar y pedimos la cuenta... Qué pensaría de nosotras... uf! solo de pensarlo me he puesto colorada.



Y suerte que llevábamos dinero y/o tarjetas... que podía haber sido que ni lo uno ni lo otro.... Si es que tantos años dejándonos invitar...tenían que hacer mella.


A partir de entonces, al salir de cualquier bar, cafetería o restaurante, nos miramos, y nos preguntamos ¿Hemos pagado?


Miss Owl

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