Mini Candy Bar

domingo, 14 de noviembre de 2010

Terrones Nocturnos

Tengo que reconocer que a mí me encantan esos momentos en los que una pone cara de interesante... y pide lo que no es. No te preocupes Lisa, yo un día pedí un Copacabana 7 (lo de 7 era muy importante...) y porque el camarero era amigo que si no igual me hacía bailar, pero eso es otra historia. creo que por este tipo de cosas nos entendemos tan bien.
Sólo informarte de que hay un club de fans de Mirinda, por si te animas... 


...Manolete, si no sabes torear, pa que te metes....


Hoy me he acordado muchas veces de mi abuela Lisa, de la que he tomado su nombre. Recuerdo cuando merendábamos en su casa y con el bocadillo nos ofrecía una “Mirinda”. Qué tiempos! ¿Qué habrá pasado para que esa marca tan emblemática quedara en el olvido? Estoy barajando la posibilidad de crear un grupo en Facebook que la recuerde.

MANOLETE… SI NO SABES TOREAR PA QUE TE METES…


Hoy me he acordado muchas veces de mi abuela Lisa, de la que he tomado su nombre. Recuerdo cuando merendábamos en su casa y con el bocadillo nos ofrecía una “Mirinda”. Qué tiempos! ¿Qué habrá pasado para que esa marca tan emblemática quedara en el olvido?  Estoy barajando la posibilidad de crear un grupo en Facebook que la recuerde.

Con la desaparición de la Mirinda, mi abuela, moderna donde las haya, supo adaptarse a los cambios del mercado y nos compraba bebidas sin gas, y, como si fuera ahora mismo la recuerdo diciéndome:
- Lisa, ¿quieres un “Trini”? Hay de muchos sabores, elige el que más te guste. Qué gracia me hacía oirle decir esas cosas.

Más tarde tuve la errónea convicción de que lo más chic era beber agua mineral, y me pasaba el día tomando aguas. Gracias a Dios me duró poco la tontería, en cuanto comprendes que el agua se bebe en casa, copias al resto de la humanidad, tomar cañas.

Pero como soy de trompa fácil, me pasé a la cerveza sin alcohol. Me encanta. Realmente, casi no percibo la diferencia con la normal, salvo que puedo tomar más de 2 y no volar. Así que durante mucho tiempo, mi bebida preferida era la cerveza sin alcohol.

Pero vas creciendo, y te das cuenta que a tu alrededor la gente bebe vino. No sabes la razón, pero intentas apreciarlo. De hecho, te parece tan in que prometes que te vas a apuntar a un curso de cata, para diferenciar los diferentes tipos de uva, y pedir un vino sin mirar a tu marido con cara de tonta y decir: - ¿Cuál es el que me gusta?

Me viene a la cabeza la vez que unas amigas salimos a cenar, sin maridos ni hijos, y no teníamos ni idea de que vino pedir. Lo único que teníamos claro era que queríamos vino. La bodega nos daba igual, no conocíamos ninguna; así que pedimos por precio: ni el más barato ni el más caro. Que vergüenza cuando el metre pregunta quien lo va probar, y me señalan a mí. Me sirve, oreo la copa unos instantes y muy seria, asiento. Como enóloga no tenía ni idea, pero como actriz no tuve precio.

Pues el caso es que pasa el tiempo y te acostumbras a tomar vinos. Sólo me gusta el tinto. Y dentro de los variados tipos, el que siempre pido es “Ribera del Duero”. Pero confieso que no lo diferencio de un Rioja. Ni de otros. Me gusta el nombre. Me parece muy “cool”.

Tan es así la cosa, que una tarde, saliendo con unos amigos, en la barra de una vinotera muy de moda, nos dispusimos a pedir: que si uno quiere un Rioja, que si otro un Godello, otro un Mencía, otro un Albariño, y cuando llega mi turno, muy seria y como quien es experta en la materia, suelto:
- Yo un Medina del Campo, por favor.

Tan seria y a la vez tan inconscientemente lo solté, que creo que por un momento hice dudar al pobre camarero. Pero al resto de la pandilla ni los hice dudar, ni soy capaz de hacerles olvidar el episodio.


Con la desaparición de la Mirinda, mi abuela, moderna donde las haya, supo adaptarse a los cambios del mercado y nos compraba bebidas sin gas, y, como si fuera ahora mismo la recuerdo diciéndome:
- Lisa, ¿quieres un “Trini”? Hay de muchos sabores, elige el que más te guste. Qué gracia me hacía oirle decir esas cosas.

Más tarde tuve la errónea convicción de que lo más chic era beber agua mineral, y me pasaba el día tomando aguas. Gracias a Dios me duró poco la tontería, en cuanto comprendes que el agua se bebe en casa, copias al resto de la humanidad, tomar cañas.

Pero como soy de trompa fácil, me pasé a la cerveza sin alcohol. Me encanta. Realmente, casi no percibo la diferencia con la normal, salvo que puedo tomar más de 2 y no volar. Así que durante mucho tiempo, mi bebida preferida era la cerveza sin alcohol.

Pero vas creciendo, y te das cuenta que a tu alrededor la gente bebe vino. No sabes la razón, pero intentas apreciarlo. De hecho, te parece tan in que prometes que te vas a apuntar a un curso de cata, para diferenciar los diferentes tipos de uva, y pedir un vino sin mirar a tu marido con cara de tonta y decir: - ¿Cuál es el que me gusta?
foto 2

Me viene a la cabeza la vez que unas amigas salimos a cenar, sin maridos ni hijos, y no teníamos ni idea de que vino pedir. Lo único que teníamos claro era que queríamos vino. La bodega nos daba igual, no conocíamos ninguna; así que pedimos por precio: ni el más barato ni el más caro. Que vergüenza cuando el metre pregunta quien lo va probar, y me señalan a mí. Me sirve, oreo la copa unos instantes y muy seria, asiento. Como enóloga no tenía ni idea, pero como actriz no tuve precio.

Pues el caso es que pasa el tiempo y te acostumbras a tomar vinos. Sólo me gusta el tinto. Y dentro de los variados tipos, el que siempre pido es “Ribera del Duero”. Pero confieso que no lo diferencio de un Rioja. Ni de otros. Me gusta el nombre. Me parece muy “cool”.


Tan es así la cosa, que una tarde, saliendo con unos amigos, en la barra de una vinoteca muy de moda, nos dispusimos a pedir: que si uno quiere un Rioja, que si otro un Godello, otro un Mencía, otro un Albariño, y cuando llega mi turno, muy seria y como quien es experta en la materia, suelto:
- Yo un Medina del Campo, por favor.
Tan seria y a la vez tan inconscientemente lo solté, que creo que por un momento hice dudar al pobre camarero. Pero al resto de la pandilla ni los hice dudar, ni soy capaz de hacerles olvidar el episodio.

4 comentarios:

  1. Anda que si llega a pedir un Aranda de Duero o un Medina de Pomar...

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  2. Es buenisimo. Estoy enganchadísima a los terrores nocturnos.

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  3. Muchas gracias, Patri.
    A mi me encanta que os gusten, y me encanta escribirlos.

    Gracias por los ánimos.

    Miss Owl

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