Mini Candy Bar

domingo, 16 de octubre de 2011

Terrones Nocturnos

La Alianza de las Habitaciones

Por fin terminaron las obras. Hace mucho tiempo ya que tenían planeado reformar una parte de la casa. Estaba muy viejita, y le hacía falta algo más que un lavado de cara. Así que se decidieron, contactaron con el operario y comenzó el estrés. Estaban preparados para la guerra.
Tiempo atrás, habían sufrido variadas y pequeñas reformas, hechas a contracorriente y por los típicos chapuzas de poca monta. Así que hartos de tanto remiendo decidieron armarse de valor y reformar profundamente la entrada, la cocina y los dos baños.

Mi padre, tenía en la cabeza la reestructuración de esa parte, pero de nada le sirvió. Es inútil luchar contra nosotras dos juntas. Por muy Coronel que sea, por mucho bigote que tenga, madre e hija juntas somos invencibles. Aunque solo sea dentro de casa, nosotras mandamos en nuestro cuartel particular. Mi madre me había pedido ayuda, así que sin pensármelo dos veces, firmamos la "Alianza de las habitaciones". Unidas frente al invasor de las ideas lógicas, pusimos todas nuestras fuerzas para vencerlo y conquistar los territorios de la reforma.
No tuvo más remedio que sucumbir. La lucha fue dura, durante unos días, pero poco a poco íbamos ganando batallas, hasta conseguir ganar la guerra.

La primera resistencia fue conseguir que el baño de cortesía no tuviera ducha.
- ¿Pero como no vamos a poner una cabina de ducha? ¿Y si alguna vez se estropea el otro baño?

- Pero vamos a ver... Si en 20 años no se ha estropeado... ahora que vamos a cambiar las tuberías... malo será!

Dos frases más y lo desarmamos. Vencido. A por otra.

- ¿Pero como no van a tener azulejos las paredes del baño? ¿Y la humedad?

- Pero vamos a ver... Si no vamos a poner la ducha... ¿qué humedad puede provocar que alguien se lave las manos, como mucho?

Dos frases más, y lo desarmamos. A por la siguiente. Estaba resultando bastante fácil.

- ¿Como que una alfombra hecha de baldosas pintadas?

- Vamos a ver... Si no ponemos azulejos ni grecas, algo hay que poner... y hemos visto ya unas losetas preciosísisimas pintadas a mano, en los mismos tonos ocres de la pintura de la pared.
Se rindió al momento. Este enemigo estaba dominado. A por otra.



Seguimos avanzando en el territorio, llegamos a la cocina. Mamá tenía muy claro lo que no quería, y precisamente era lo que el enemigo pretendía. Quiero los muebles claritos, y el suelo oscuro. No quiero grecas ni artificios. Quiero una despensa con grandes estanterías para guardar todo y que no haya cosas por el medio. Y lo más importante: No quiero discutir, y no quiero tener que llamar a tu hija, que está ocupada.

Así que allá fuimos a elegir muebles, baldosas, tiradores, campanas, etc... Durante esa búsqueda lo pasamos muy bien. Creo recordar que ya en su día os conté algo en otro Terrón Nocturno. Si. Se titulaba: " De tal palo, tal pastilla". Me acuerdo perfectamente. Unas gamberras. Unas risas.

La invasión de la cocina fue muy fácil, así que casi sin haber encontrado resistencia avanzamos hasta el territorio más hostil. El baño. Allí el Coronel creía haberse hecho fuerte, pero era una ilusión.

-¿Cómo que no una bañera?

- No, hemos decidido que una cabina bien grande.

- ¿Pero y si hay niños?
- Vamos a ver. El menor de tus hijos tiene 35 años. Abre los ojos, a estas alturas es más probable que tengamos una invasión de marcianos que de nietos. (Esto lo dijo con pesar... le hubiera gustado seguir creyendo lo contrario)
Es cierto que hicimos una concesión. Pese a que no nos gustaba nada, nos dio cierta pena el enemigo abatido en todos los frentes y le permitimos que hubiera un baño completo, con todas sus piezas, su ducha, su wc y su bidé. Hubiéramos arramplado con alguna de ellas, pero como en todas las guerras tiene que haber muertos, esa concesión cuenta como uno de ellos.

Así que poco a poco nos hicimos con absolutamente todo el territorio a nuestro antojo. Una habitación para planchar, otra para el despacho, fuera el gotelé de todas las paredes, buenas luces en todas partes, y cortinas nuevas para casi todas las estancias. Ya estaba la infantería desplegada, sólo faltaban los soldados rasos, que hicieran el trabajo de campo.
Llegó el día, y recibieron a la escuadrilla. Indicaciones por aquí, vigilancia por allá. Mi madre estaba en todo. A veces me llamaba para pedirme consejo. Por teléfono también se pueden hacer grandes cosas. Después de mucho luchar, un día, debido al cansancio de varias semanas en el frente bajó la guardia, y pasó lo que tenía que pasar.

Un operario y ella estaban analizando como poner una de los muebles, cerca de la entrada de la cocina. Él le aconsejaba una determinada manera., pero ella, con voz firme le espetó:

- No, debe ir en el otro sentido. Siempre tengo estas piernas abiertas.

(Se hizo un incomodísimo silencio)


Fue en ese preciso instante, cuando mi padre, hizo gala de su sangre y galones y se hizo cargo de la situación. No tuvo que luchar. Ella se rindió y le entregó las armas. Ahí demostró la garra, su hombría y sus dotes de mando. Había vuelto el Coronel. Gracias a Dios.

Mi madre ya no apareció más en las trincheras. No me extraña nada. Sé lo que es.La genética es la genética.Siempre lo he dicho: de mi madre heredé el gamberrismo y los despiste, y de mi padre, el bigote. Vaya, se me ha vuelto a escapar otra de mis miserias.



Miss Owl







































2 comentarios:

  1. Madre mia solo de pensar q en un par de semanas empiezo las obras de los baños me entran temblores!
    Grande tu padre!!

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  2. Ja, ja, ja buenísimo! En mi caso el bidé fue un NO a rotundo! La iluminación es casi la mitad de una reforma con acierto... Genial tu visión de la vida! Bss

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