Mini Candy Bar

domingo, 20 de marzo de 2011

Terrones Nocturnos


Relamente Miss Owl, puedo dar fe que en vuestra familia la genética es un pilar fundamental, sobre todo para pasar con vosotros buenos ratos, ya que conociéndote como te conozco, eres igualita a tu madre... Parece que estas cosas sólo pasan a las Owl...

La puntilla del malentendido

Llevo toda la tarde intentando escoger un regalo para una boda. No me decido. Cuántas más opciones me da la lista, más difícil me resulta. O sea, que una página web, que se supone está hecha para facilitar la vida al personal, resulta que a mi me la complica sobremanera.

Tantas vueltas le he dado, que he acabado por recordar la historia que cuenta siempre mi madre, y que me podría haber pasado a mi perfectamente, si hubiera nacido treinta años antes. Me parezco mucho a ella, sobre todo en lo de las meteduras de pata.

Mis padres se casaron muy jóvenes, sobre todo ella, como casi todas las mujeres de antes. Y también, como casi todas las mujeres de antes recibían el ajuar que sus madres iban haciendo poco a poco, con la esperanza de que más temprano que tarde, contrajeran matrimonio con un hombre de bien. Así fue el caso de mi madre. Era la primera hija que se casaba, con un novio formal durante 3 años, así que en ese tiempo mi abuela se fue haciendo con un ajuar en toda regla. Todo lo necesario para una nueva vida. No existían las listas de boda.

Centrándome en la historia, el hecho es que parte de esos preciados regalos eran aquellos camisones maravillosos que tenía mi madre, regalo de la suya, con todas aquellas puntillas, satenes, sedas. Los recuerdo perfectamente, pues han estado pululando por casa hasta hace muy poco. Recuerdo uno en especial, cortito, de chantilly con su batita igual de corta y del mismo tejido. Ese conjunto, es el protagonista del Terrón nocturno de esta semana, y por ende de malentendido ocasionado.

Vivían en Las Palmas de Gran Canarias. Mi padre, ahora Coronel, en ese momento Teniente, se iba muy tempranito al cuartel, mientras mi madre se quedaba en casa, haciendo las cosas que hace una amante esposa que no trabaja, que acaba de cambiar de vida y que está esperando a su segunda hija (la menda). Una práctica muy habitual en aquella zona, era que si dejabas la bolsa del pan colgada en el pomo  exterior de la puerta, a la mañana siguiente, el panadero pasaba por ahí, dejaba la barra de pan, y llamaba al timbre, como señal de que ya estaba - podríamos asimilarlo a una llamada perdida, pero de puerta-. Cada mañana, mi madre, pasados unos minutillos desde el timbrazo, iba a recoger la bolsa, para prepararse sus tostadas de desayuno.

Pues una mañana cualquiera, mi madre ya estaba preparando el café, cuando sonó el timbre. Como estaba con su camisón y su bata de chantilly, dejó pasar unos minutos, dándole tiempo al panadero para cambiar de piso, y abrió la puerta. Pero no había pan. En vez de una barra de pan, se encontró un soldado, cuadrándose para saludar a la mujer del Teniente. Mi madre, muy rápida de reflejos le cerró la puerta en las narices, a la vez que decía :
- ! Uy, pensé que eras el panadero!



Pobre infeliz. Que palabras desafortunadas. Que mal escogidas para esa situación tan violenta.

Resulta que mi padre se había olvidado en casa algo importante, y mandó a un soldado a recogerlo. Pero no se esperaban, ninguno de los tres, nada de lo que ocurrió. Mi madre esperaba poder hacer sus tostadas mañaneras; mi padre esperaba recuperar lo que se había dejado en casa, y el pobre soldado, esperaba llegar pronto al cuartel para contar a los otros soldados que la mujer del Teniente se la pegaba con el panadero.

De ahí, lo importante de escoger las palabras adecuadas para cada situación, ya que si no te paras a pensar lo que vas a decir, puedes meterte en un buen lio. Tomo nota. Aunque he heredado esa facilidad de mi madre, para decir justo lo único que no debo decir. Si yo os contara...
Por cierto, sigo sin sabar que escoger de la lista de bodas. Lo que si se es que aunque lo hubiera, no escogería un conjuntito de chantilly!.

 
Miss Owl

2 comentarios:

  1. Como de costumbre un 10 para la anécdota, mi padre tb es militar y me imagino la escena y me muero de risa....

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  2. Muy buena la anécdota, me reí muchísimo :D

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