Hoy he estado en la nueva casa de Miss Owl y me ha contado que no piensa comprar una aspiradora...
Mas vale malo conocido....
Hace muchos años, era yo bastante pequeña, mis abuelos vivían en compañía de Paquito, un canario cantarín que presidía el salón de casa, delante de la ventana que daba a la calle. Mi abuelo le tenia un cariño enorme, lo adoraba, y él le correspondía con largas serenatas que llenaban de música aquel salón. Era la alegría de la casa.
Ellos siempre estaban pendientes de Paquito, abre la persiana que entre la luz, baja la persiana que hace un sol de justicia, compra alpiste para Paquito, comprueba el agua, a ver si tiene... Seguro que más de uno me entendéis. Todos los que habéis tenido una mascota, sabéis que hay que cuidarla, y cuando es de esas a las que le coges mucho cariño, además, lo haces sin trabajo, sin notar que es una pesada carga diaria.
A mi abuela el pajarillo le hacía gracia. Cantaba muy bien y mucho. Lo único que no le gustaba demasiado era la labor de limpieza casi diaria, de la jaula del animal, que si no eras cuidadoso con su higiene, olía toda la casa a granja.
Así que el proceso siempre era el mismo: cerrar ventanas a cal y canto, cerrar la puerta del salón, y abrir la jaula. Mientras mi abuela la vaciaba, la lavaba y secaba, Paquito volaba a sus anchas por la habitación. Del mueble platero a la lámpara, después al marco del típico cuadro de escena de caza inglesa, con perro de manchas incluído ... despúes a las cortinas, y vuelta a empezar la ronda...
Así que el proceso siempre era el mismo: cerrar ventanas a cal y canto, cerrar la puerta del salón, y abrir la jaula. Mientras mi abuela la vaciaba, la lavaba y secaba, Paquito volaba a sus anchas por la habitación. Del mueble platero a la lámpara, después al marco del típico cuadro de escena de caza inglesa, con perro de manchas incluído ... despúes a las cortinas, y vuelta a empezar la ronda...
Cuando mi abuela terminaba y volvía a montar la jaula, le ponía una hojita de lechuga entre los barrotes , le dejaba la puerta abierta, y el pájaro volvía a su morada, donde permanecía otro día cantando y cantando, contento por haber dado su paseo diario y seguro de cualquier peligro. De verdad que llevaba una buena vida.
Durante muchos años ese fue su proceder, pero un día, al darse cuenta que perdía mucho tiempo con la limpieza de la jaula, decidió cambiar de técnica, y buscar otra más eficiente y moderna. Así que esperó a que Abuelo saliera a dar su paseo matutino y volvió a cerrar puertas y ventanas, pero en vez de desmontar la jaula, introdujo el tubo de la aspiradora, y cuando pretendía enfocar la boca del aparato a la base de la jaula, la potencia del aspirador se tragó al pobre canario que, blandiendo sus alas a la máxima velocidad que le fue posible, entró irremediablemente en ese tubo de ruido atronador que le llevó hasta un lugar seco, oscuro y lleno de polvo, que era la bolsa que contenía todos los resíduos encontrados y aspirados por ese aparato infernal.
Décimas de segundos después, cuando fue consciente de lo que había ocurrido, presa del pánico, abrió la aspiradora, cogió la bolsa, la metió a su vez en otra de plástico y la bajó al contenedor. Fue un acto reflejo. Se lo imaginó muertito y fue incapaz de mirar si aún vivía. Pensó que lo mejor era deshacerse del cuerpo del delito, de las pruebas, y jamás confesar. Recogió todo, limpió la jaula y abrió la ventana, intentando componer una escena del crimen que le sirviera de coartada. Le bastó abrir la ventana, y poner cara de pena cuando tuvo que darle la noticia a su marido:
-Ay Jonh! , que desgracia! en un despiste Paquito se ha escapado por la ventana...! (Siempre fue muy buena actriz)
Durante unos días mi abuelo no hacía más que poner hojitas de lechuga en la ventana, con la esperanza de que Paquito volviera a su casa, en donde debía estar y de donde nunca debió de salir huyendo...Pero no volvió. Y él nunca entendió porqué. Es más,a día de hoy es el único que no sabe la verdadera historia del fin de Paquito, de hecho, nosotros lo sabemos de puro milagro, ya que se le escapó a la abuela un día, en un despiste, y tras el ataque de risa que le dió, tuvo que confesar, pero nos hizo prometer que jamás le diríamos nada al abuelo. No lo hemos hecho, hemos cumplido la promesa.
Miss Owl
Bonita historia. Tiene su punto cómico (imagino la escena de tu abuela con el aspirador como si de una pélicula de risa se tratara) y un punto trágico debido al triste final del pobre Paquito. Espero que tu abuelo no lea tu blog y se entere de la amarga verdad. Besos.
ResponderEliminarOh! cukichik... Con 95 años que tiene, yo también lo espero!
ResponderEliminarUn abrazo
Ay pobre Paquito!!y pobre tu abuelo!!Me ha encantado la historia con maquinación por parte de tu abuela y conspiración familiar, jeje
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